15.12.10

EXCUSATIO PETITA, ACUSSATIO NON MANIFIESTA


Con esta locución latina Fernando Sánchez-Dragó, en su página web, se declaraba culpable de la bravuconada que narra en su nuevo libro titulado ” Dios los cría...” del que también es coautor el reconocidísimo dramaturgo catalán Albert Boadella.

Confieso que no he leído el libro, y seguramente no llegaré a leerlo si es que se siguen retirando ejemplares de las librerías en señal de protesta, aunque en defensa del autor, a esas alturas, iba ya por su segunda edición. Quizás, como dice el propio escritor: de esta polémica todos hablamos tarde y de oídas.

A pesar de todo, no me resisto a comentar la noticia. Empezaré por el principio, por si alguna persona aún no sabe de qué va el asunto. Aquí os hago un resumen basado en la información que he podido recoger de los medios de comunicación que se hicieron eco de esta salvajada:
Finales de los sesenta en Japón. Un joven Sánchez Dragó que trabaja por esos días en la capital nipona como periodista, describe un encuentro sexual con dos chicas japonesas de trece años:
“En Tokio, un día, me topé con unas lolitas, pero no eran unas lolitas cualesquiera, sino de esas que se visten como zorritas, con los labios pintados, carmín, rimel, tacones, minifalda...Tendrían unos trece años. Subí con ellas y las muy putas se pusieron a turnarse. Mientras una se iba al váter, la otra se me trajinaba”.
Apostillaba en el libro, para mayor abundamiento y sorna, que contaba el suceso porque ya había prescrito, y por si alguien le acusaba de algo dejaba bien claro que las delincuentes eran ellas, dando a entender, cosa alucinante, que un joven treintañero, él mismo, había sufrido acoso sexual por parte de dos niñas.

Sánchez Dragó, acorralado por la prensa, matizaba en dicha web que sí existió un encuentro casual con un grupo de muchachas y muchachos nipones, pero se excusaba argumentando que tal acto erótico fue más un producto de su imaginación que de la propia realidad. Algún “me tocas la mano”, algún beso en la mejilla, algún mirar de soslayo pícaramente, así, según él, acabó esa tórrida tarde nipona de 1967.

Si bien es verdad que todo se puede sacar de contexto, que el libro llevaba meses en las librerías sin ninguna crítica durante ese tiempo, que se dieron multitud de ruedas de prensa, entrevistas de radio y televisión para promocionarlo,- demostrando en todo caso la poca profesionalidad de los entrevistadores que no se molestaron en leer el libro que divulgaban- eso no le excusa de los términos en los que se expresa, apostillando, para más “inri”, que este capítulo ya lo conocían muchos de sus lectores y amigos, y que nunca recibió por ello ningún reproche; más bien, alguna que otra risa.... Además, según su comunicado, la ley le rehusaría porque no se considera delito ni en España ni en Japón, el mantener relaciones sexuales con mayores de trece años....¡ Acabáramos!. ..
Sr. Dragó, estamos en España, en el siglo XXI, las mujeres no toleramos este tipo de narraciones. Aunque pase mucho tiempo en países asiáticos, que comprendemos son diferentes culturalmente, no mezcle “churras con merinas”; no nos engañe diciendo que aprovechó esa experiencia personal para literaturizar la realidad. Para muchas de nosotras, no deja de ser el relato anacrónico de un machista que siempre se las dió de “progre”.

Queda demostrado, que hay mucho que hacer, no sólo en la consecución de la igualdad entre hombres y mujeres, sino aún en lo más básico que creíamos ya superado: conseguir de una vez por todas la dignificación de la mujer.

Pensad, ¿no hubiera sido la crítica más rápida y más feroz si en vez de niñas, el capítulo biográfico hubiese recogido el encuentro sexual con dos niños de trece años?. Si hubiese sido así, ¿ se hubiese colado la “anécdota” al coautor o al editor?. La respuesta, aunque sangrante para nosotras, es bien clara: la sociedad española aún sigue siendo tolerante con los abusos cometidos contra las mujeres. Ante esta certeza, no nos queda otra que seguir luchando y denunciando.




Rosa del Carmen Álvarez Campal